Desde chico siento una fuerte atracción hacia toda la estética relacionada con las películas de terror: murciélagos, telarañas, fantasmas, calderos humeantes, libros viejos, y por supuesto, casas antiguas abandonadas. No es raro entonces que cada vez que veía el Halloween en una serie o peli americana, me gustara mucho. Invasión cultural aparte, era imposible para mí ver los esqueletos, las calabazas iluminadas de expresión siniestra, y la idea de salir disfrazado a la calle, y no pensar en que era súper interesante y genial. Además de la percepción del contacto con lo que está más allá, lo ancestral y la conciencia colectiva, pudiéndose vivenciar a través del juego.
Lo más extraño de todo esto es que siempre sentí una fuerte conexión con la cultura celta, y al momento de investigar, descubrí que ambas cosas estaban relacionadas.
Historia del Halloween
El origen del halloween está en la cultura celta, un
conjunto de pueblos que vivían en lo que hoy se conoce como las islas
británicas, Francia, España, Galicia, Portugal y otras zonas de europa entre el
siglo XX antes de cristo y el año 50 AC.
La festividad fue adoptada por los romanos cuando llegaron a
la región, y adaptada al cristianismo como El día de todos los Santos en el
siglo VII aproximadamente. Es arraigada en los Estados Unidos gracias a los
inmigrantes escoceses que llegaron a partir de 1840.
¿Cuál era el significado original de la celebración?
Lo que hoy conocemos por Halloween era, para los celtas, el Samhain.
Se pronuncia Sowin.
Samhain significa el fin del verano. Se celebraba en la
noche del 31 de octubre al 1º de noviembre, que era el final de la temporada de
cosechas para los celtas, y también el comienzo de un nuevo año. Era su forma
de simbolizar el solsticio de invierno: el fin de la estación luminosa,
calurosa, con abundancia de cosecha, y el comienzo de la estación invernal,
oscura, asociada con el refugio y la escasez. El Samhain era el momento de
hacer un balance de la cosecha recogida y planificar su consumo durante el
resto del año.
Los celtas creían que durante el Samhain se tendía un puente
entre nuestro mundo y el Otro Mundo. Esto permitía el libre transitar de los
espíritus, tanto buenos como malos. También era la oportunidad de recibir y
honrar a los ancestros y parientes fallecidos.
La costumbre de disfrazarse, que ha sobrevivido en el
Halloween actual, se debe a que en el Shamhain los celtas se disfrazaban de
seres del Otro Mundo para engañar y asustar a los espíritus, y así salvarse de
aquellos que eran malévolos. Los celtas también daban ofrendas como vino y
comida a los espíritus. Costumbre que ha transformado hoy en la ofrenda de dulces
a los niños.
Para conmemorar el Samhain, se apagaban las hogueras de todo el pueblo. Los sacerdotes celtas,
llamados druidas, construían grandes fogatas, que se consideraban sagradas. Las
personas quemaban cosechas y animales en sacrificio a los dioses celtas.
Al final de la celebración, cada persona tomaba algo de
fuego de la gran fogata, y encendía una lumbre en su hogar, que la protegería
del invierno y los malos espíritus.
Hoy, existen versiones contemporáneas del paganismo y las
religiones celtas que celebran el Samhain.
Uno suele hacer balances en Navidad y Año Nuevo, pero Halloween/Samhain puede ser una alternativa para los que nos gusta la cultura celta. Cualquier fecha es buena para hacer las paces con nuestros ancestros, dejar lo malo atrás y empezar una nueva etapa, más allá de los símbolos que utilicemos.
Espero lo hayan pasado bien el Samhain pasado, y pueden ir preparándose para el próximo.