Comencé con Entrevista con el Vampiro, cuando tenía 19 años. Al principio, me costó acostumbrarme a sus descripciones largas, detallistas y, por momentos, densas, y a sus personajes empalagosos. Pero bueno, al fin y al cabo era una historia de vampiros, ¿no? Y eso mantuvo bastante el interés.
Después llegó a mis manos Merrick, una novela adelantada en la saga, en la que el protagonista, un reciente vampiro, cuenta parte de su vida, y la de la bruja que da título a la novela. Aquí enlaza la saga de vampiros con la de las Brujas de Mayfar, renovando las temáticas y el interés.
Creo que, seguido a éste, leí Lestat el Vampiro, en el que se cuenta la “versión Rice”, del origen de los chupasangre. Es atractiva, especialmente para los fanáticos de Egipto, aunque no es muy diferente a las de otras ficciones vampíricas.
Leer dos novelas seguidas de Anne Rice es un desafío para mí, porque empiezo a perder la paciencia debido a su estilo rococó.
Sin embargo, sus personajes logran cautivarme.
Lestat es un romántico empedernido, un narcisista seductor y melodramático, que surca los cielos con los poderes que le dio Akasha, buscando en las mentes de las personas hasta encontrar un monstruo humano digno de ser devorado. O sea, un vampiro que se siente mejor por comerse a personas malas.
Claudia era la desgraciada y manipuladora niña vampiro con destino trágico, convertida post-post mortem en un fantasma opresor.
Louis de Pointe du Lac, vampiro depresivo y más melodramático que Lestat, aunque no tan divertido (pero no por eso menos encantador). Es un misterio cómo cambiaron su personalidad y sus poderes luego de su resurrección al final de Merrick. Anne Rice nunca volvió a tratarlo.
Gabrielle, la misteriosa, fría e independiente madre de Lestat, que al adquirir sus poderes vampíricos se aleja cada vez más de su hijo y de su humanidad, para perderse en la naturaleza. Su última aparición es en La Reina de los Condenados.
Tarquin Blackwood, el ricachón, malcriado y sexualmente ambiguo (como casi todos los personajes, jeje) habitante de Blackwood Farm, y su amor, Mona Mayfar (descendiente de la familia de brujas).
Por supuesto, el encantador David Talbot, un anciano que adquiere un cuerpo joven y hermoso por accidente al ser encerrado allí por el ladrón de cuerpos, y pierde su humanidad en uno de los actos más egoístas de Lestat.
David era miembro de la Orden de Talamasca, una sociedad secreta que reclutaba a telépatas y psíquicos para entrenarlos. Es el caso de Merrick Mayfar, que es criada y entrenada por la Orden luego de que su abuela muriera. Otro de los objetivos de Talamasca era el mantener en secreto el mundo paranormal, coleccionando los diarios y pertenencias de vampiros como Lestat.
Lo más divertido de las Crónicas es su auto-referencialidad y su meta-textualidad. Rice narra desde Lestat u otros personajes, como si ellos fueran reales y publicasen sus diarios bajo el nombre de un autor fantasma. Concepto que enlaza con la Orden de Talamasca, al justificar la falta de pruebas de la existencia de los vampiros con el accionar de esta sociedad secreta, que adquiere y esconde las posesiones de los seres sobrenaturales.
Si bien las entregas de Las Crónicas Vampíricas son extensas y de ritmo lento, son más que recomendables para los fanáticos de los vampiros y el terror. Cuentan con una mitología amplia y rica, con descripciones que funcionan muy bien para los ambientes góticos, las escenas de horror y la aparición de fantasmas.
Cualquier libro de la saga es recomendable. Ni siquiera es necesario leerlos todos, en orden o comenzar con el primero para comprender la historia, ya que la mitología y las relaciones entre los personajes son explicadas en cada entrega.
Los vampiros de Rice comienzan siendo inmortales, fuertes e inmunes a las cruces, pero con el tiempo evolucionan hasta tener poderes como vuelo, telekinesis, psicopyrosis y telepatía, entre otros, gracias a la sangre de Akasha. Entre sus debilidades, por supuesto se encuentran el sol y el fuego, a los que se vuelven más resistentes cuanto más se han alimentado de otros vampiros longevos.Generalmente se agrupan en parejas, que transcurren siglos juntos, hasta que se separan, momento que siempre es relatado con dolor por cualquiera de los personajes.
Es interesante que la autora ahora se dedique a escribir una serie de libros basados en la vida de Jesús, contados también en primera persona, sin dejar de lado escenas polémicas tomadas de evangelios apócrifos.
Podemos encontrar en el universo vampírico de Anne Rice elementos bastante interesantes para todo fanático de la literatura vampírica. En mi opinión, mucho mejor elaborados y logrados que los de la sagra Crepúsculo, con un acercamiento más auténtico y sugestivo a la tensión entre sexualidad y vampirismo.
Los aficionados a los misterios de la noche, los inmortales y lo paranormal seguro van a disfrutarlos.