miércoles, 14 de abril de 2010

Me cuesta enamorarme

Me cuesta enamorarme. No es que sea una insensible, ni nada de eso. Creo que soy una persona con muchos sentimientos. Tal vez, demasiados.
Por eso, es difícil que un hombre pueda darme todo lo que necesito. Perdón por ser tan crudamente sincera. Pero, para mí, la vida está para vivirla.
Una vez, un chico me dijo que estaba llena de frases hechas para justificar lo injustificable. En realidad estaba despechado, porque él realmente se había enamorado de mí. Como le pasa a la mayoría. Y yo… nunca pude enamorarme.
La verdad es que a mí nunca me llega el tipo que necesito. Por ejemplo, ahora estoy saliendo con tres.
El de la oficina es copado, divertido, me busca, es un divino, pero… le falta como esa impronta masculina, ¿entendés? O sea, todo bien con la ternura, la caballerosidad, pero en un momento yo necesito que el hombre me posea. A ese tipo le falta envergadura. Y eso me embola un poco.
El que conocí en un boliche está bárbaro, tiene un cuerpo escultural, y cuando me abraza me siento realmente una mujer. Es directo, sin vueltas, ingeniero, gerente de una empresa, tiene casa, auto, viaja a Europa tres veces al año… pero me llama cuando quiere. Eso significa una vez por mes, a veces, cada dos meses. Y lo que quiere es sexo.
Y del sexo no me quejo, ojo. Sólo que a veces… no sé, yo me imagino yendo a Francia, Italia, Inglaterra con él. Y no va a llevarme porque no soy la novia.
El tercero es un compañero de la facultad. Le llevo cuatro años. O sea, tipo que no se puede hacer nada serio con eso, ¿entendés? Aunque él me mira con unos ojitos… y sí, está enganchado.
Es un tierno, y es divertido tener a alguien inocente, que está descubriendo tantas cosas… te da como esa frescura que te falta después de tantas historias, ¿viste?
Para mí que eso es lo que hizo que el tratamiento con aloe vera, funcione tan bien. En serio. Es como salir de nuevo con el primer noviecito, no sé, estar con alguien más joven te da esa energía que a esta altura nos escasea un poquito. Además es re divertido y tenemos muchas cosas en común.
Ay, no sé qué hacer.
Dios es injusto conmigo. Me da atención y caballerosidad por un lado, seguridad y masculinidad por otro, y como tercera opción compatibilidad y frescura. Yo no sé que quiere, volverme loca. ¿Por qué Dios no me envía un tipo con todas esas cosas?
El otro día pasé por un negocio donde vendían electrodomésticos y pensé que me gustaría poder meter a los tres en una licuadora (obvio que primero sacando las cosas que no me gustan de cada uno) y mezclarlos.
Pero bueno, no se puede.
El tema es que soy una mina complicada, con muchos sentimientos. Realmente, necesito a alguien especial. Pero bueno, hasta que llegue, la vida está para vivirla.

Matías D’Angelo

Monólogo escrito para una compañera, usado en clase de Locución 3 (2009)

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