Este obispo cristiano de Mira era de origen griego y se llamaba Nicolás. Vivió en el siglo IV en Anatolia, en los valles de Licia. Era una de las personas más veneradas por los cristianos de la Edad Media, del que aún hoy se conservan sus reliquias en la basílica de San Nicolás, en Bari, Italia.
La leyenda cuenta que San Nicolás, proveniente de una familia adinerada, decidió encauzar su vida en la religión cuando fallecieron sus padres, y centrándose en los más pequeños repartió su fortuna personal.
La figura de San Nicolás arraigó en Holanda en el siglo XIII y era representado con barba blanca, vestiduras eclesiásticas, un saco de regalos para los niños y montado en un burro. En 1624 los emigrantes holandeses fundaron Nueva Holanda en el continente americano, que se convertiría en Nueva York al pasar a dominio inglés. Trajeron con ellos el personaje navideño de San Nicolás, al que llamaban Sinterklaas. Alrededor del 1800, los ingleses deformaron Sinterklaas a Santa Claus por la pronunciación anglosajona, bautizándolo de esa manera en el continente americano, donde se volvería muy popular.
Algunas de las características clásicas de Santa Claus aparecerían en el poema anónimo de principios del siglo 19 “Una Visita de San Nicolás”, también conocido como “La noche antes de navidad”. Allí lo describen como un elfo viejo, regordete y feliz de panza redonda.
Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en el diario Harper's Weekly.
Fuente: wikipedia
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